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Copa del Rey ::. Real Madrid espera al barcelona en la final

El Nero
Ha llegado el Real Madrid a una final de Copa siete años después, pero el título se sigue viendo lejano. Tanto por el rival que aguarda en la final, como por la desconfianza que genera el propio Madrid, tan hambriento de títulos como de fútbol. Las últimas comparecencias del equipo de Mourinho no han hecho más que alimentar las dudas, ya que además del juego, ahora también se le ha ido el aire, ese imponente físico que le ayudó a tumbar rivales no hace tanto. Está agotado y para manejarse en esta situación requerirá de todo el talento que sean capaces de ofrecer su entrenador y los futbolistas. El 2-0 no reflejó la verdadera distancia que hubo entre el Madrid y el Sevilla, que no mereció tanto castigo en el Bernabéu. Pero como los goles no se merecen, se hacen, se podrá decir que el Madrid se ganó estar en la final. A la Copa invitaron esta vez Özil y Adebayor.

La pegada con la que abatía contrarios tampoco reluce tanto ahora, como tampoco desequilibra Cristiano, al que la ausencia de inspiración le ha acentuado el egoísmo. Más todavía. Llegados a este momento, en el que más se empina la carretera, es cuando se mide a los entrenadores. Es a Mourinho a quien le corresponde reconducir la situación y buscar las variantes que alivien a un equipo tan alicaído como el que tiene entre manos. Quizá para ello deba renunciar a sus principios y buscar esas alternativas que ahora no tiene el conjunto entre esos suplentes a los que ignora. Aunque sólo sea para refrescar a un equipo que está fundido. Mourinho hizo los tres cambios en los últimos diez minutos, después del tanto de Özil.

El Madrid también tiene algo bueno y es que no necesita jugar bien para ganar o para clasificarse, como en este caso. En el Bernabéu fue mejor el Sevilla, que se marchó del torneo con una sensación extraña, con la impresión de que pudo haber hecho más y con la duda de ese gol anulado a Negredo por un fuera de juego más que discutible. Superó con una vaselina a Casillas después de un excelente pase de Zokora y Negredó pareció en línea con Carvalho. Se habían consumido apenas once minutos y el madridismo ya intuyó ahí que no tendría una noche tranquila. Negredo se movió durante toda la noche como un equilibrista sobre la línea que marcaba el fuera de juego. Buscó de forma constante la espalda de Albiol y Carvalho y junto a Kanouté, un delantero con una inteligencia táctica superior, supo cómo hacer daño al Madrid.

Volvió a tomar el mando del Madrid Xabi Alonso, pero su presencia no sirvió esta vez para mejorar la apariencia del equipo, que nunca se sintió cómodo. La culpa de ello la tuvo el planteamiento de Goyo Manzano, que estuvo más diestro con la pizarra que Mourinho. Presentó un mediocentro formado por Zokora y Rakitic y mandó a Romaric a la izquierda. Ordenó una presión muy arriba que ahogó a Xabi Alonso y al Madrid y convirtió a Albiol y, en especial, a Carvalho en los encargados de iniciar las maniobras de ataque. No es ese precisamente el panorama ideal para el Madrid, que se vio reducido a un muestrario de pases largos, la mayoría sin ningún sentido. El Sevilla vivió muy cómodo así, controló la situación y sólo un tiro al poste de Di María nada más empezar y un contragolpe a la media hora alteraron ese estado de placidez en la primera parte. Lo malgastó Cristiano en el mano a mano con Varas después de un buen pase de Di María.

El segundo tiempo se consumió bajo esa tranquilidad nerviosa a la que ya empieza a habituarse el Bernabéu. El Madrid dominaba la eliminatoria y el partido lo controlaba el Sevilla, que siguió echando en falta a Navas, junto a Cáceres las únicas dos piezas que desentonaron en el cuadro. Así fue hasta los últimos 20 minutos, cuando Manzano llevó a su equipo a dar un paso al frente y concedió los espacios que hasta entonces le había negado al Madrid.

Luis Fabiano entró por Rakitic y poco después fue Perotti el que reemplazó a Romaric. Pobló el Sevilla su ataque y descuidó el centro del campo, sobre el que había construido la solidez y la autoridad con la que se había manejado hasta entonces.

Con el Sevilla buscando ese gol que le diera vida se juntaron Khedira y Özil para construir la mejor acción del Madrid y cerrar la eliminatoria. Fue un gran gol de Özil, que eludió a Varas con asombrosa naturalidad y embelleció con esa maniobra un magnífico pase de Khedira. Faltaban diez minutos para el final y ya en el tiempo añadido se estrenó Adebayor, que firmó el gol 5.000 del Madrid en casa.

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