La buena noticia para el Almería es que sólo le queda un partido contra el Barcelona. La mala es que será en Liga y que Guardiola seguramente no volverá a reservar a nueve titulares. Hasta ahora tres partidos y 16-0 de parcial. Vista la alineación y la relajación del Barcelona, pintaba a ocasión para buscar un triunfo de cierto lustre y despedirse con mejor cara de una Copa histórica para un equipo andaluz que tampoco lo buscó con especial ahínco. Ni la victoria ni por descontado la remontada. Los penaltis que mandó ensayar Oltra quedan para otra ocasión. El Almería jugó, como el Barcelona, en ritmo de entrenamiento televisado. Como si no quisiera dar un susto que obligara a Guardiola a mover el banquillo. Porque el banquillo del Barcelona era el siguiente: Valdés, Piqué, Abidal, Xavi, Messi, Pedro, Villa.
Lo mejor que se puede decir del Barcelona es que ganó sobrado, adornó el marcador y enseñó una seriedad y un temple que le faltó en Sevilla, donde defendió con menos lustre un idéntico 5-0. Lo peor que se puede decir del Almería es que pareció menos equipo que el Betis en toda la eliminatoria. Peor en la ida (aunque con idéntico resultado), peor en su estadio. El paso del equipo de Oltra por el partido se resume en un disparo al palo de Feghouli superado el ecuador del primer tiempo. Nada más. El resto fue un rondo del Barcelona. Un Barcelona distinto pero el mismo Barcelona.
Porque Guardiola, que huele sangre en Liga y atisba los octavos de Champions, se permitió una jornada de distendida rotación en la que sólo había dos del equipo 'tipo'. Uno era Alves y el otro era Busquets, que además jugó de central y se dedicó a sacar el balón y lanzar la defensa hacia el centro del campo: ahí también es impecable un futbolista de rendimiento integral y pleno, un tipo de confianza. Con la cabeza levantada, Busquets veía un paisaje extraño: Mascherano, Keita, Thiago. Más adelante: Afellay, Nolito, Bojan. Pero esta vez y pese a los cambios el Barcelona conservó la figura y los automatismos. Jugó como el Barcelona y ganó como el Barcelona un partido sin tensión, sin demasiado ritmo y justo de brillo. Los únicos momentos de tensión fueron los que Busquets pasó en el campo con una tarjeta, a tiro de otra de perderse en la final. Después le sustituyó Piqué y siguió el paseo.
Si en la primera parte el Almería tuvo algunos momentos de cierto aunque muy liviano empuje, la segunda fue un ejercicio eterno de posesión de un Barcelona que cogió el balón en el primer minuto y no lo soltó. No dio opciones y sólo concedió un par de ocasiones. Si el Almería soñaba con ganar al menos el partido despertó con el gol de Adriano, su estreno con la camiseta del Barcelona. De ahí a un segundo tiempo en el que crecieron Afellay y Thiago, que dejaron los mejores detalles de la noche, y en el que Nolito se desfondó tras un buen inicio y Bojan demostró que su desencuentro con el gol tiene ya tintes de divorcio consumado.
Así que hay con quedarse con pequeños detalles: Mascherano o Adriano (gran gol) mejoraron sus prestaciones de Sevilla. Thiago no deslumbró como es capaz pero dejó detalles y un tremendo gol de cabeza. Y Afellay, que partió de falso '9' y en la segunda parte cayó a la izquierda, puso ganas, estilo Barça, verticalidad y un gol con un buen disparo cruzado. Buenos detalles por si se le necesita en el tremendo tramo de temporada que se avecina.
No hay más que contar de un choque que había perdido todo interés tras treinta minutos de partido de ida. El Almería se despide de una Copa que le ha hecho soñar y tiene ahora tiempo para centrarse en la lucha por la salvación. El Barcelona vuelve a otra final, la trigésima quinta de Copa del Rey en su historia y además la séptima en la era Guardiola. Las seis anteriores, seis victorias. ¿La séptima...?
Lo mejor que se puede decir del Barcelona es que ganó sobrado, adornó el marcador y enseñó una seriedad y un temple que le faltó en Sevilla, donde defendió con menos lustre un idéntico 5-0. Lo peor que se puede decir del Almería es que pareció menos equipo que el Betis en toda la eliminatoria. Peor en la ida (aunque con idéntico resultado), peor en su estadio. El paso del equipo de Oltra por el partido se resume en un disparo al palo de Feghouli superado el ecuador del primer tiempo. Nada más. El resto fue un rondo del Barcelona. Un Barcelona distinto pero el mismo Barcelona.
Porque Guardiola, que huele sangre en Liga y atisba los octavos de Champions, se permitió una jornada de distendida rotación en la que sólo había dos del equipo 'tipo'. Uno era Alves y el otro era Busquets, que además jugó de central y se dedicó a sacar el balón y lanzar la defensa hacia el centro del campo: ahí también es impecable un futbolista de rendimiento integral y pleno, un tipo de confianza. Con la cabeza levantada, Busquets veía un paisaje extraño: Mascherano, Keita, Thiago. Más adelante: Afellay, Nolito, Bojan. Pero esta vez y pese a los cambios el Barcelona conservó la figura y los automatismos. Jugó como el Barcelona y ganó como el Barcelona un partido sin tensión, sin demasiado ritmo y justo de brillo. Los únicos momentos de tensión fueron los que Busquets pasó en el campo con una tarjeta, a tiro de otra de perderse en la final. Después le sustituyó Piqué y siguió el paseo.
Si en la primera parte el Almería tuvo algunos momentos de cierto aunque muy liviano empuje, la segunda fue un ejercicio eterno de posesión de un Barcelona que cogió el balón en el primer minuto y no lo soltó. No dio opciones y sólo concedió un par de ocasiones. Si el Almería soñaba con ganar al menos el partido despertó con el gol de Adriano, su estreno con la camiseta del Barcelona. De ahí a un segundo tiempo en el que crecieron Afellay y Thiago, que dejaron los mejores detalles de la noche, y en el que Nolito se desfondó tras un buen inicio y Bojan demostró que su desencuentro con el gol tiene ya tintes de divorcio consumado.
Así que hay con quedarse con pequeños detalles: Mascherano o Adriano (gran gol) mejoraron sus prestaciones de Sevilla. Thiago no deslumbró como es capaz pero dejó detalles y un tremendo gol de cabeza. Y Afellay, que partió de falso '9' y en la segunda parte cayó a la izquierda, puso ganas, estilo Barça, verticalidad y un gol con un buen disparo cruzado. Buenos detalles por si se le necesita en el tremendo tramo de temporada que se avecina.
No hay más que contar de un choque que había perdido todo interés tras treinta minutos de partido de ida. El Almería se despide de una Copa que le ha hecho soñar y tiene ahora tiempo para centrarse en la lucha por la salvación. El Barcelona vuelve a otra final, la trigésima quinta de Copa del Rey en su historia y además la séptima en la era Guardiola. Las seis anteriores, seis victorias. ¿La séptima...?
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